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“La educación no es llenar el cubo, sino encender el fuego” William Butler Yeats.

Son muchos los pensamientos que se tienen en la cabeza a la hora de tomar una decisión trascendental en la vida, como es la de definir el perfil profesional, pues era la actividad a la que dedicaría la mayor parte de mi tiempo, y no era posible hacerlo desde factores económicos porque debía partir del disfrute mismo y a ello no se llega desde el azar, pues hay factores determinantes del contexto familiar y social que influyeron en mí para tomar la decisión de ser maestra.

Partiré narrando que en el lugar donde vivo, Copacabana, era de poca población y por ende pocas instituciones educativas en la década de los 80. Entre ellas había una que sobresalía en su formación y que en la actualidad lo continua haciendo, esta institución es “La Escuela Normal Superior María Auxiliadora”cuyo perfil es la formación de maestros. Mis padres, en especial mi madre, gracias a que todas mis tías y ella eran egresadas de dicha institución buscó ingresarme desde el grado preescolar, allí disfruté siendo una niña muy juguetona, creativa, compartiendo con personas maravillosas, maestros extraordinarios y encantadores, recreando mi imaginación al despersonificar a las salesianas, pues siempre las recree en mi mente sin el hábito.

En mi juventud hubo maestros que marcaron mi formación, siendo referentes positivos en las practicas pedagógicas a las que me enfrentaba cada semana con los estudiantes de la primaria. Inicialmente esas prácticas fueron en torno a la catequesis, y ya en los grados superiores fue en los procesos del desarrollo del pensamiento lógico y los procesos de lectura y escritura que para la década de los 90 estaba en su bum el constructivismo y con ella mi maestra Marta Cecilia y sus cuentos diarios para empezar las jornadas de pedagogía. Ella era una enamorada de los cuentos infantiles cortos y con enseñanzas maravillosas, en especial los del autor Jairo Aníbal Niño. Todo lo que la profe llevaba a nuestras clases era especial para mí pues era una adolescente enamorada y ella lo sabía, entonces comenzó a enamorarnos de la lectura por medio de los poemas cortos de Jairo Anibal, es ahí donde descubrí que la literatura cobra sentido de acuerdo al contexto y significado. Lo anterior se soporta en varios autores, los cuales afirman que en la experiencia estética literariase da una auto comprensión, porque se produce un reencuentro con lo propio, consigo mismo. Como olvidar el poema de la aritmética escrito con buena letra en esquela para regalar:

AYER POR PRIMERA VEZ

Ayer por primera vez
supe lo que era la aritmética
cuando, sin que nadie se diera cuenta,
me besaste en los labios.
Ayer por primera vez
supe que 1 más 1 son 1.

Jairo Aníbal Niño.

Todo lo vivido en el colegio y las experiencias de mi práctica con los niños pequeños fue relevante en la elección de mi carrera, quería ser maestra pero de niños, quería ser maestra que perdura en el tiempo y fuese amada por mis estudiantes a partir de procesos significativos. No quería ser bajo ninguna circunstancia como la maestra Tronchatoro de la película “Matilda”. Pero, ¿dónde continuar esta formación? La Universidad de Antioquia fue mi opción, es así como a otro nivel inicio a formarme como maestra de básica primaria, mientras mis amigas de infancia buscaban un escritorio y una estetoscopio.

Ahora y desde la práctica continuo mi formación académica porque estoy convencida que mis estudiantes merecen lo mejor de mí cada día, merecen un maestro actualizado que le permita a ellos descubrir el conocimiento de manera significativa, aprovechando los avances tecnológicos y posibilitándoles a ellos conocer, recrear y vivir nuevos mundos que solo es posible hacerlo a través de la lectura de buenos textos.

Sandra Catalina Muñoz Yarce