El siguiente poema es escrito por el poeta Antonio Machado en 1906, el cual se titula “Retrato”.  En este poema el autor  realiza un autorretrato de su vida  desde su infancia hasta su muerte. Su escritura pese a ser en primera persona consigue hacer una descripción como si estuviese viendo su vida desde afuera, aunque en algunos momentos aparece su subjetivad, es decir la descripción de su realidad.

Durante las nueve estrofas del poema; Machado realiza una línea de tiempo de sus realidades vividas; en las primeras estrofas nos cuenta sobre su niñez, los recuerdos de su cuidad “Sevilla”, así como algunos de sus desamores de manera nostálgica, en las estrofas siguientes nos expresa sobre su presente y lo  que a él  lo define como ser humano, en la última estrofa relata lo que a futuro sería su muerte utilizando para ello la metáfora.

Este poema nos llama la atención porque es una referencia de cómo describirse a sí mismo a través de la literatura y el arte.  Dicho poema es interpretado  por Juan Manuel Serrat como homenaje al autor, el cual nos inspira a sensibilizarnos a través de la música como una forma de expresión artística que va a la par con la literatura, en especial con la musicalidad de los versos.

Retrato

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

 

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

 

Adoro la hermosura, y en la moderna estética 
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

 

Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

 

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

 

Converso con el hombre que siempre va conmigo 
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

 

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago

Cuando llegue el día del último viaje, 

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


Después de leer el poema, te invitamos a contestar estas preguntas:

  1. ¿Qué te llamó la atención del poema?
  2. ¿Es importante el lugar donde se desarrolló el poema?
  3. ¿Qué te hizo pensar el poema?
  4. ¿Cuándo leías el poema, viste la historia sucediendo en tu imaginación?
  5. ¿Quién estaba narrando el poema?
  6. ¿Qué crees que piensa o siente el autor del poema?
  7. ¿Te gustaría escribir la historia de tu vida con un poema?
  8. ¿Cuál fue el verso que más te impactó?

Omaira Arteaga Henao – Sandra Catalina Muñoz Yarce